Tras un pasado oscuro en busca de una salida, encerrada en aquellas cuatro paredes que no me dejaban divisar más allá, me preguntaba cómo sería el suelo por el que pisaban los demás. Miles de ideas revoloteaban por mi cabeza como pregunta sin respuesta. No sabía cómo sería aquello, pero tenía claro que quería averiguarlo. Imaginaba día tras día algo más sobre esa realidad de afuera. A pesar de todo, sentía que el cielo me transmitía la tranquilidad que necesitaba dentro de esa incertidumbre que me reconcomía por dentro. Me mostraba la verdad y me satisfacía pensar que poco a poco, aunque solo fuera en mi imaginación, me conducía a la realidad, esa que lograría, algún día, disfrutar.
Yo sólo era una muchacha que admiraba la vida por el simple hecho de no haber podido vivirla aún. Una muchacha que soñaba con el día en el que saldría de esa habitación que me asfixiaba, el día en el que al fin vería la vida apartada de esa pequeña gran ventana que me limitaba.
Ese día llegó y sólo entonces, me di cuenta de que a las puertas del cielo me encontraba sin llaves...
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